Pocas son las mujeres que deambulan en las calles de Túnez. Desde la mañana los bares se llenan de hombres, y las aceras, las puertas... Acostumbrados a la compañía masculina, por allí nadie clama por los velos y las faldas. Pero los que venimos de fuera pensamos en cada recodo :"¡¿Pero dónde esconden a sus mujeres?¡". Pues en casa.
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